miércoles, 31 de enero de 2035
La vida en todas partes
En la ciudad, a pesar de la hiperurbanización, el ruido y la luz artificial en las noches, la vida sigue encontrando la manera de florecer.
El Mono, uno de mis roomates felinos, con frecuencia pone esa expresión, ya tan familiar para mí, de “encontré algo que me llama la atención, no sé qué es y tengo curiosidad”.
Como ya aprendí a hacerle caso, siempre que lo veo así miro hacia donde él observa tan concentrado, pues sé que, en el peor de los casos, hay alguna hojita diminuta revoloteando por ahí, y, en el mejor, hay algún otro ser maravilloso, de esos que uno no se encuentra todos los días… Por ejemplo, esa cobra de agua que estaba la otra tarde descansando en el parqueadero, cual rollito de escamas negras, blancas, rojas y amarillas.
Es increíble que, hoy en día, todavía podamos tener estos encuentros tan espectaculares en la ciudad. El hecho de que en un pequeño jardín habite tanta diversidad (y eso que me faltaron por nombrar otro sinfín de vecinos que lo cohabitan) me hace pensar en lo afortunados que somos quienes vivimos en este valle interandino del Aburrá, donde aún, a pesar de la hiperurbanización, el ruido y la luz artificial en las noches, la vida sigue encontrando la manera de florecer. Por eso, les invito a que la próxima vez que salgan a caminar por la ciudad, observen con atención y curiosidad, como hace el Mono: la vida siempre está ahí, en todas partes.